El extraño mundo de Clarín y La Nación
Publicado el 3 de Noviembre de 2010Ambos diarios se dispusieron ayer a pintar el país que les gustaría ver: hablaron de divisiones en el seno del PJ bonaerense (que se mostró unido) y de “orfandad de liderazgo” en el sólido mensaje presidencial. ¿Se viene el periodismo ficción?
Uno sabe que una noticia no es “el hecho”, sino que se trata, más bien, de la construcción que un determinado medio realiza a partir de ese hecho. Y cualquiera entiende que es posible (incluso hasta “sano”) que en el sistema de medios de comunicación coexistan diferentes miradas sobre una misma realidad. Ahora bien, los procesos de recorte, edición e interpretación que necesariamente forman parte de las rutinas periodísticas distan una eternidad de lo que lisa y llanamente significa –y sin ningún tipo de respeto por la profesión, ni por la verdad, ni por el lector– inventar una realidad alternativa. Las ediciones de los diarios de ayer, sin ir más lejos, mostraron dos ejemplos de esta operación.
Uno es el de las coberturas de la reunión que mantuvo Daniel Scioli con 91 intendentes provinciales que ratificaron su apoyo a la gestión y liderazgo de Cristina Kirchner. Del encuentro –según marcaron las crónicas– formaron parte tanto los oficialistas como aquellos que en los últimos meses habían mostrado algunas diferencias: los llamados “díscolos” que, así y todo, dejaron clara su intención de expresar sus disensos por dentro del partido. Casi todos los matutinos utilizaron la palabra “contundente” para calificar el respaldo a la presidenta, y explicaron también que, entre el casi centenar de jefes comunales, algunos insistieron con mayor énfasis en su candidatura para el 2011. “Este gesto de Scioli fue la primera manifestación orgánica de apoyo a la conducción política del peronismo”, escribió Ámbito Financiero que, no obstante, reconoció que hacia el seno del peronismo existen “matices”.
¿Qué hizo La Nación? Instaló que “La ausencia de Kirchner divide a los intendentes del PJ bonaerense”, un título que tuvo que acompañar con un dibujo, ya que la foto del encuentro (que sí mostraron los demás diarios y que, por lo demás, habla por sí sola) hubiera contrastado demasiado con esa particular interpretación.
Clarín consideró al encuentro como una “demostración de fuerza”, aunque con calcada lógica intentó instalar divisiones en el seno del partido. “Las diferencias entre ellos vienen de antes –analizó Ricardo Roa–. Hay una delgada raya entre los que apuestan a profundizar el modelo kirchnerista y aquellos que buscan sumar a los que están afuera del partido.” Y concluyó: “lo nuevo es que ya no está Kirchner para intentar poner a todos en caja”.
El segundo ejemplo viene de la mano de las interpretaciones que motivó el breve discurso presidencial. ¿Qué dijeron las crónicas? Que fue “sentido”, que primó el agradecimiento y que el escaso contenido político se limitó a las frases “voy a hacer honor a su memoria” y “este es mi momento más doloroso, pero no el más difícil”; frases que, por otra parte, no se prestaron a demasiada especulación. Clarín, incluso, se encargó de consultar a referentes de la oposición con respecto a cuál era su visión sobre aquellas palabras, pero en todos casos obtuvo la misma respuesta: “no es necesario”, “fue sólo un discurso emotivo”, “no tiene que ver con la estrategia política” y cosas por el estilo.
¿Qué hicieron los diarios, entonces, si nada ni nadie les dictaba la interpretación que querían escuchar? Pues claro: inventarla. “Un mensaje con pistas políticas”, se tituló el análisis en el que Eduardo van der Kooy se concentró, principalmente… en el papel que de ahora en más representará Máximo Kirchner. Y La Nación, en tanto, se dedicó a hablar del “enigma que desvela a propios y extraños” (que es “cómo Cristina gobernará de ahora en más”), apuntando también que desde el miércoles se instaló en el país una “etapa impredecible” y que el mensaje de continuidad desde el oficialismo “enmascara la orfandad del liderazgo en que quedan sumidos”.
Del hecho a la noticia –lo sabemos– hay varios pasos que todos debiéramos intentar seguir, de acuerdo las propias ideas por supuesto, aunque sin tener que faltar por eso a la verdad. De la interpretación mendaz a la tergiversación, y de ahí a la mentira, se llega mucho más rápido.
Uno es el de las coberturas de la reunión que mantuvo Daniel Scioli con 91 intendentes provinciales que ratificaron su apoyo a la gestión y liderazgo de Cristina Kirchner. Del encuentro –según marcaron las crónicas– formaron parte tanto los oficialistas como aquellos que en los últimos meses habían mostrado algunas diferencias: los llamados “díscolos” que, así y todo, dejaron clara su intención de expresar sus disensos por dentro del partido. Casi todos los matutinos utilizaron la palabra “contundente” para calificar el respaldo a la presidenta, y explicaron también que, entre el casi centenar de jefes comunales, algunos insistieron con mayor énfasis en su candidatura para el 2011. “Este gesto de Scioli fue la primera manifestación orgánica de apoyo a la conducción política del peronismo”, escribió Ámbito Financiero que, no obstante, reconoció que hacia el seno del peronismo existen “matices”.
¿Qué hizo La Nación? Instaló que “La ausencia de Kirchner divide a los intendentes del PJ bonaerense”, un título que tuvo que acompañar con un dibujo, ya que la foto del encuentro (que sí mostraron los demás diarios y que, por lo demás, habla por sí sola) hubiera contrastado demasiado con esa particular interpretación.
Clarín consideró al encuentro como una “demostración de fuerza”, aunque con calcada lógica intentó instalar divisiones en el seno del partido. “Las diferencias entre ellos vienen de antes –analizó Ricardo Roa–. Hay una delgada raya entre los que apuestan a profundizar el modelo kirchnerista y aquellos que buscan sumar a los que están afuera del partido.” Y concluyó: “lo nuevo es que ya no está Kirchner para intentar poner a todos en caja”.
El segundo ejemplo viene de la mano de las interpretaciones que motivó el breve discurso presidencial. ¿Qué dijeron las crónicas? Que fue “sentido”, que primó el agradecimiento y que el escaso contenido político se limitó a las frases “voy a hacer honor a su memoria” y “este es mi momento más doloroso, pero no el más difícil”; frases que, por otra parte, no se prestaron a demasiada especulación. Clarín, incluso, se encargó de consultar a referentes de la oposición con respecto a cuál era su visión sobre aquellas palabras, pero en todos casos obtuvo la misma respuesta: “no es necesario”, “fue sólo un discurso emotivo”, “no tiene que ver con la estrategia política” y cosas por el estilo.
¿Qué hicieron los diarios, entonces, si nada ni nadie les dictaba la interpretación que querían escuchar? Pues claro: inventarla. “Un mensaje con pistas políticas”, se tituló el análisis en el que Eduardo van der Kooy se concentró, principalmente… en el papel que de ahora en más representará Máximo Kirchner. Y La Nación, en tanto, se dedicó a hablar del “enigma que desvela a propios y extraños” (que es “cómo Cristina gobernará de ahora en más”), apuntando también que desde el miércoles se instaló en el país una “etapa impredecible” y que el mensaje de continuidad desde el oficialismo “enmascara la orfandad del liderazgo en que quedan sumidos”.
Del hecho a la noticia –lo sabemos– hay varios pasos que todos debiéramos intentar seguir, de acuerdo las propias ideas por supuesto, aunque sin tener que faltar por eso a la verdad. De la interpretación mendaz a la tergiversación, y de ahí a la mentira, se llega mucho más rápido.
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