En el nombre de las mariposas
Publicado el 25 de Noviembre de 2010Por
Periodista. Integrante del Observatorio de Medios-UTPBA.
La reglamentación de leyes sancionadas, el establecimiento de presupuestos y la creación de un ente que pueda dar cuenta de los casos de víctimas de violencia de género en el país es la gran deuda pendiente.
Periodista. Integrante del Observatorio de Medios-UTPBA.
La reglamentación de leyes sancionadas, el establecimiento de presupuestos y la creación de un ente que pueda dar cuenta de los casos de víctimas de violencia de género en el país es la gran deuda pendiente.
El escritor tucumano Orlando Romero relata en su ficción titulada El Consejo:
“–Toma veinte guerreros y encamínate hasta los confines orientales de Élide. Donde nace el Río Enipeo, de mañana, hallarás a las mujeres de nuestros enemigos.
–¿Las ejecutamos?
–Eso les haría combatir como si ya estuviesen muertos; sólo córtales la lengua.
–No entiendo.
–Un hombre se mantendrá fuerte mientras una mujer pronuncie su nombre.”
Aunque más no sea en el grito desgarrador y suplicante, el hombre necesita de una mujer que lo nombre. El hombre, que no nombra cuando golpea, que anula con sus palabras, que cosifica a la par que se bestializa.
Patricia, Minerva y María Teresa, tres nombres que nombran. “Las Mariposas”, como se las conoció por ser este el apodo secreto de Minerva en sus actividades políticas clandestinas en contra de la tiranía.
Las hermanas Mirabal, tres mujeres asesinadas brutalmente por el régimen del dominicano Rafael Trujillo.
Era un 25 de noviembre de 1960. Sus asesinatos significaron el comienzo del fin de la dictadura más sangrienta de Latinoamérica. La activa lucha y resistencia llevada adelante por Patricia, Minerva y María Teresa en pos de la libertad política de su país las convirtió en un símbolo de reivindicación para las organizaciones feministas. Fue, precisamente en el 1º Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe que se celebrara en Bogotá, Colombia, en julio de 1981, donde se establece al 25 de noviembre como Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, fecha reconocida oficialmente por las Naciones Unidas en 1999.
En el año 1991, el primer Instituto para el Liderazgo Global de las Mujeres, auspiciado por el Centro para el Liderazgo Global de las Mujeres (CWGL, por sus iniciales en inglés) decidió corresponder ese día con los 16 días de activismo contra la violencia de género que, por su culminación el 10 de diciembre, enlaza la violencia contra la mujer con el Día Internacional de los Derechos Humanos, un derecho esencial que se altera cuando la mano pesada del hombre cae con todas sus fuerzas sobre el cuerpo de una mujer, cuando la mutila, la asesina o trafica con ella cual objeto de uso.
Según declaraciones de la vicepresidenta de la Organización de las Naciones Unidas Contra la Discriminación de la Mujer, Xiao Qaio Zhou: “Una de cada tres mujeres es golpeada, violada o maltratada en algún momento de su vida.”
En nuestro país, lamentablemente aún no existen estadísticas que den cuenta de los alcances de la violencia de género y las que hay son dispersas o realizadas en base a relevamientos privados. Para el Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano (que recuerda a la joven jujeña de 19 años que murió por un corte producido en la garganta con una cuchilla), durante el primer semestre de este año, 126 mujeres fueron brutalmente asesinadas, 40% más que igual semestre del año pasado. Buenos Aires (43), Santa Fe (12), Córdoba (11), Entre Ríos (9), Misiones (6), Ciudad de Buenos Aires, San Luis y Santiago del Estero (5) son las provincias que registran los mayores números de femicidios (la fuente es: < www.artemisanoticias.com.ar>).
El hombre deposita su ferocidad, su crueldad, su narcisismo y su superioridad física para cargar sobre la mujer, llegando, como en estos casos, a matarla. Su nombre lo nombra, lo designa, enviste su propio yo. En el momento del golpe certero y definido, la mujer deja de ser nombrada, anulan su yo, pierde la otredad, ya no nombra.
Pero sí nombran las esclavas del siglo XXI, aunque le cambien su nombre. Así son consideradas las mujeres víctimas de la trata de personas, una actividad delictiva que genera miles de millones de dólares cada año y que sólo es superada por el tráfico de drogas y de armas.
Según define el portal Esclavitud Cero, la trata de personas es un “delito de lesa humanidad, consiste en la captación, reclutamiento y traslado de una o varias personas desde su lugar de origen hacia un destino al que son explotadas, sin que puedan –o crean que pueden– escapar”. El caso testigo en la Argentina es el de Marita Verón, que inclusive fue tomado como eje de la trama de la telenovela Vidas Robadas, que se emitiera por Telefe hace unos años. La Fundación María de los Ángeles, por la lucha contra la trata de personas puntualiza que “cada año, 6 millones de personas son víctimas de la trata de personas. A nivel mundial, se estima que más del 90% de las víctimas de trata son mujeres, niñas y adolescentes explotadas sexualmente.”
En la misma línea, la violencia doméstica está presente en Caín & Abel, la telenovela que ocupa el horario nocturno también en Telefe. En este caso, un ex integrante del ejército no sólo humilla sistemáticamente a su esposa a través de la palabra, sino que el golpe se convierte en la sentencia final. Un personaje muy bien encarnado por el actor Federico D’Elia que tras su apariencia de buenos modales esconde además a un acosador. Al finalizar cada capítulo, un cartel informa a donde acudir en caso de ser víctima de este tipo de violencia.
En la Oficina de Violencia Doméstica que depende de la Corte Suprema de Justicia, abierta hace unos años, ascienden a 6000 los casos registrados durante el año 2009, de los cuales el 82% corresponde a mujeres, concentrándose la edad de mayor agresión entre los 22 y los 40 años.
Mientras que en España disuelven el Ministerio de Igualdad por cuestiones presupuestarias, en la Argentina aún carecemos de leyes protectivas y preventivas que permitan erradicar definitivamente la violencia de género.
La reglamentación de leyes sancionadas, el establecimiento de presupuestos y la creación de un ente que de modo positivo pueda dar cuenta de datos estadísticos sobre todos y cada uno de los casos de víctimas de violencia de género en el país, es la gran deuda pendiente.
En este sentido, la sanción de una ley de acceso a la información pública deberá contemplar la violencia de género, entendiendo por lo público no sólo aquella información que se produce en la órbita del Estado, sino toda aquella información de carácter estratégico que por su carácter de interés público afecta de distintos modos al conjunto de la sociedad, comprometiendo su desarrollo y su futuro.
El jueves 11 de noviembre, la ministra de la Corte Suprema de Justicia Carmen Argibay, a cargo de la Oficina de la Mujer, presentó el Protocolo Único para el Examen de Víctimas de Abuso Sexual, que es un pasito más.
“Si me matan...Yo sacaré mis brazos de la tumba y seré mas fuerte”, sentenció Minerva Mirabal. Su fortaleza y la de sus hermanas sobrevuela como las mariposas. Las Mariposas que siguen nombrando en cada acto de violencia de género, en cada lucha y reivindicación, en cada logro colectivo.
25 de noviembre, una fecha que nombra, un Día Internacional que necesita dejar de ser nombrado.
“–Toma veinte guerreros y encamínate hasta los confines orientales de Élide. Donde nace el Río Enipeo, de mañana, hallarás a las mujeres de nuestros enemigos.
–¿Las ejecutamos?
–Eso les haría combatir como si ya estuviesen muertos; sólo córtales la lengua.
–No entiendo.
–Un hombre se mantendrá fuerte mientras una mujer pronuncie su nombre.”
Aunque más no sea en el grito desgarrador y suplicante, el hombre necesita de una mujer que lo nombre. El hombre, que no nombra cuando golpea, que anula con sus palabras, que cosifica a la par que se bestializa.
Patricia, Minerva y María Teresa, tres nombres que nombran. “Las Mariposas”, como se las conoció por ser este el apodo secreto de Minerva en sus actividades políticas clandestinas en contra de la tiranía.
Las hermanas Mirabal, tres mujeres asesinadas brutalmente por el régimen del dominicano Rafael Trujillo.
Era un 25 de noviembre de 1960. Sus asesinatos significaron el comienzo del fin de la dictadura más sangrienta de Latinoamérica. La activa lucha y resistencia llevada adelante por Patricia, Minerva y María Teresa en pos de la libertad política de su país las convirtió en un símbolo de reivindicación para las organizaciones feministas. Fue, precisamente en el 1º Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe que se celebrara en Bogotá, Colombia, en julio de 1981, donde se establece al 25 de noviembre como Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, fecha reconocida oficialmente por las Naciones Unidas en 1999.
En el año 1991, el primer Instituto para el Liderazgo Global de las Mujeres, auspiciado por el Centro para el Liderazgo Global de las Mujeres (CWGL, por sus iniciales en inglés) decidió corresponder ese día con los 16 días de activismo contra la violencia de género que, por su culminación el 10 de diciembre, enlaza la violencia contra la mujer con el Día Internacional de los Derechos Humanos, un derecho esencial que se altera cuando la mano pesada del hombre cae con todas sus fuerzas sobre el cuerpo de una mujer, cuando la mutila, la asesina o trafica con ella cual objeto de uso.
Según declaraciones de la vicepresidenta de la Organización de las Naciones Unidas Contra la Discriminación de la Mujer, Xiao Qaio Zhou: “Una de cada tres mujeres es golpeada, violada o maltratada en algún momento de su vida.”
En nuestro país, lamentablemente aún no existen estadísticas que den cuenta de los alcances de la violencia de género y las que hay son dispersas o realizadas en base a relevamientos privados. Para el Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano (que recuerda a la joven jujeña de 19 años que murió por un corte producido en la garganta con una cuchilla), durante el primer semestre de este año, 126 mujeres fueron brutalmente asesinadas, 40% más que igual semestre del año pasado. Buenos Aires (43), Santa Fe (12), Córdoba (11), Entre Ríos (9), Misiones (6), Ciudad de Buenos Aires, San Luis y Santiago del Estero (5) son las provincias que registran los mayores números de femicidios (la fuente es: < www.artemisanoticias.com.ar>).
El hombre deposita su ferocidad, su crueldad, su narcisismo y su superioridad física para cargar sobre la mujer, llegando, como en estos casos, a matarla. Su nombre lo nombra, lo designa, enviste su propio yo. En el momento del golpe certero y definido, la mujer deja de ser nombrada, anulan su yo, pierde la otredad, ya no nombra.
Pero sí nombran las esclavas del siglo XXI, aunque le cambien su nombre. Así son consideradas las mujeres víctimas de la trata de personas, una actividad delictiva que genera miles de millones de dólares cada año y que sólo es superada por el tráfico de drogas y de armas.
Según define el portal Esclavitud Cero, la trata de personas es un “delito de lesa humanidad, consiste en la captación, reclutamiento y traslado de una o varias personas desde su lugar de origen hacia un destino al que son explotadas, sin que puedan –o crean que pueden– escapar”. El caso testigo en la Argentina es el de Marita Verón, que inclusive fue tomado como eje de la trama de la telenovela Vidas Robadas, que se emitiera por Telefe hace unos años. La Fundación María de los Ángeles, por la lucha contra la trata de personas puntualiza que “cada año, 6 millones de personas son víctimas de la trata de personas. A nivel mundial, se estima que más del 90% de las víctimas de trata son mujeres, niñas y adolescentes explotadas sexualmente.”
En la misma línea, la violencia doméstica está presente en Caín & Abel, la telenovela que ocupa el horario nocturno también en Telefe. En este caso, un ex integrante del ejército no sólo humilla sistemáticamente a su esposa a través de la palabra, sino que el golpe se convierte en la sentencia final. Un personaje muy bien encarnado por el actor Federico D’Elia que tras su apariencia de buenos modales esconde además a un acosador. Al finalizar cada capítulo, un cartel informa a donde acudir en caso de ser víctima de este tipo de violencia.
En la Oficina de Violencia Doméstica que depende de la Corte Suprema de Justicia, abierta hace unos años, ascienden a 6000 los casos registrados durante el año 2009, de los cuales el 82% corresponde a mujeres, concentrándose la edad de mayor agresión entre los 22 y los 40 años.
Mientras que en España disuelven el Ministerio de Igualdad por cuestiones presupuestarias, en la Argentina aún carecemos de leyes protectivas y preventivas que permitan erradicar definitivamente la violencia de género.
La reglamentación de leyes sancionadas, el establecimiento de presupuestos y la creación de un ente que de modo positivo pueda dar cuenta de datos estadísticos sobre todos y cada uno de los casos de víctimas de violencia de género en el país, es la gran deuda pendiente.
En este sentido, la sanción de una ley de acceso a la información pública deberá contemplar la violencia de género, entendiendo por lo público no sólo aquella información que se produce en la órbita del Estado, sino toda aquella información de carácter estratégico que por su carácter de interés público afecta de distintos modos al conjunto de la sociedad, comprometiendo su desarrollo y su futuro.
El jueves 11 de noviembre, la ministra de la Corte Suprema de Justicia Carmen Argibay, a cargo de la Oficina de la Mujer, presentó el Protocolo Único para el Examen de Víctimas de Abuso Sexual, que es un pasito más.
“Si me matan...Yo sacaré mis brazos de la tumba y seré mas fuerte”, sentenció Minerva Mirabal. Su fortaleza y la de sus hermanas sobrevuela como las mariposas. Las Mariposas que siguen nombrando en cada acto de violencia de género, en cada lucha y reivindicación, en cada logro colectivo.
25 de noviembre, una fecha que nombra, un Día Internacional que necesita dejar de ser nombrado.
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