Nuevos aires, nuevo aliento
Publicado el 14 de Noviembre de 2010Por
La pérdida de un gran líder parace irreparable. Pero, a diferencia de lo que muchos pensaban, Néstor, y todo lo que representa, volvió a nacer. Con la potencia de un huracán: Néstor Vive, y no sólo en los afiches que empapelaron las ciudades.
La pérdida de un gran líder parace irreparable. Pero, a diferencia de lo que muchos pensaban, Néstor, y todo lo que representa, volvió a nacer. Con la potencia de un huracán: Néstor Vive, y no sólo en los afiches que empapelaron las ciudades.
¡Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!
Fidel Castro
Soplan otros vientos. Son tiempos de cambio. Hay nuevos relatos que circulan, se entretejen y se mezclan entre la gente. Otras miradas. Nuevas maneras. Más claridad. Con la muerte de Néstor algo cambió. Y va más allá de las intenciones de voto para 2011. Es algo que se percibe en el aire. El dolor impactó fuerte. La pérdida de un gran líder parece irreparable. Pero, a diferencia de lo que muchos pensaban, Néstor, y todo lo que representa, volvió a nacer. Con la potencia de un huracán: Néstor Vive, y no sólo en los afiches conmovedores que empapelaron las ciudades, o en las fotos elegidas para homenajearlo. Vive en cada uno de sus actos. En su obra. En su legado.
La calle se llenó de agradecimientos. La juventud dijo presente. Miles y miles de ciudadanos comunes sintieron la necesidad de manifestarse. De darle un último adiós. Muchos lloramos ese día y los que siguieron. Pero nada puede detener este proceso. Esta profunda sensación de que la Argentina está cambiada. Más madura. El prado se llenó de flores y, a partir de aquel 27 de octubre, nada volverá a ser igual. Las mentiras se desintegran. Las caretas se convierten en polvo. La verdad irrumpe desfachatada, tirando por la borda todos las construcciones mediáticas que nos intentan confundir. Porque la realidad es cocora; amaga con quedarse callada, pero es impredecible. Y de repente se hace visible, corpórea. ¿Dónde estaba toda esta gente para los medios despiadados? ¿En qué oscura zona los querían ocultar? ¿A quién le hablan cuando dicen que el pueblo no quiere este modelo de país?
Le desearon tanto la muerte tanto... y tantos. De todas las formas, de todos los colores. Irrespetuosos y ajenos a la metamorfosis que venimos percibiendo, desde la llegada de Néstor, y que hoy Cristina continúa profundizando. Ajenos a todo. Infames mentirosos. Embusteros. Nos quisieron contar otro cuento. Nos invadieron con pesimismo. Nunca imaginaron que un día llegaría un gobierno diferente. Que un día muchos, que nunca habíamos sentido ganas de ser parte, nos íbamos a involucrar. Pretendían que no pensáramos, que no cuestionáramos, que nos olvidemos. Para que los próximos que gobiernen lo hagan para ellos. Extrañan las políticas corruptas, donde los “nobles” empresarios evaden impuestos y compran leyes. Donde los patrones del campo se siguen llenando los bolsillos a costa de los peones, y los precios surrealistas que imponen en el mercado. Pero le pifiaron a la pelota, ¿no, muchachos? ¿Que pasó? No se la vieron venir. ¿Y ahora? ¿De qué se van a disfrazar? Por si no lo entendieron, lo repetimos: “Noticia de último momento. Somos muchos más los que estamos dispuestos a seguir este camino que Néstor supo alumbrar.”
Porque ahora muchos que eran bastante críticos de esta gestión pudieron ver más allá de las diferencias. Pudieron ver todos los logros y avances de los últimos siete años. Porque la movilización fue espontánea. Sin incidentes como hubieran querido. En paz. Por el simple hecho de mostrarle apoyo a la presidenta y al modelo de país que el gobierno impulsa.
Porque cada día la actualidad se encarga de mostrarnos el contraste entre esta forma de hacer política con el pueblo y para el pueblo, que desde 2003 propuso Néstor y Cristina sigue llevando adelante, en oposición a las formas que adoptan los representantes de intereses corporativos, los que nos oprimieron casi sin interrupción desde mediados de los ’70 con la dictadura y continuaron con el neoliberalismo de los ’90. Muchos de los personajes que hoy conforman la vergonzosa oposición. Muchos de los que hoy se sientan en sus bancas para entorpecer, como sea, el avance de políticas que estimulan el crecimiento de nuestra nación. Y adivinen por qué lo hacen. Sí, se ganaron un té canasta con Lilita Carrió, para tejer realidades siniestras. Lo hacen porque si las cosas marchan mejor, y la gente está contenta, a ellos no los vota ni su madre, y el sueño de volver a ser gobierno se diluye. Ahora varios del Grupo A se deben estar retorciendo. Porque ni con la ayuda del diario más vendido del país logran despegar. Se matan entre ellos. De afuera, se los ve tan graciosos. Como un grotesco subido de tono.
Por estos días, la atención mediática se centra en torno al presupuesto. No saben qué hacer porque se acerca 2011 y no pueden rescatar una sola figura. Y están haciendo lo imposible para condicionar la gestión del año que viene.
Mientras tanto, de este otro lado se vive el acercamiento, el encuentro, la reunión. Ahí estamos los miles que fuimos a la Plaza a despedir a Néstor: hombres y mujeres de distintas edades, creencias, orientaciones sexuales e ideas políticas. De distintos lugares de la Argentina y con banderas de países vecinos. Personas con largas historias de militancia y jóvenes contagiados de un nuevo fervor. Trabajadores de distintos rubros. Artistas e intelectuales con diferentes filosofías. Y también quienes no vinieron pero lo sintieron. Los que después se dieron cuenta de lo importante de la pérdida. Los que hoy charlan y piensan que, más allá de simpatías y personalidades, el país cambió mucho, y positivamente. Millones que de una u otra forma bancamos este modelo: algo que la oposición y los intereses concentrados no pueden aceptar.
Y ahí tenemos a De la Rúa sobreseído. Y los responsables políticos de las muertes de diciembre de 2001 siguen impunes. Así como continúan impunes los autores intelectuales de los asesinatos de Kostecki y Santillán. Porque en nuestra justicia quedan muchos resabios de las épocas de represión, y muchas figuras oscuras siguen vigentes. Son los que colaboran para que Macri desa-loje a familias pobres para facilitar negocios inmobiliarios. Y como no les alcanza con dejarlos en la calle los mandan a la cárcel, y el reclamo por el derecho a la vivienda se convierte en un crimen. Y ahí se vuelve evidente cómo las políticas de ajuste criminalizan las protestas. Y hasta qué punto es importante la decisión política de no reprimir los reclamos populares: por el contrario, atenderlos y buscarles solución.
Así tenemos de un lado a los que homenajean la muerte de Massera, los que reivindican la dictadura (como el diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca), los que siguen apañando a genocidas, los que insisten en “no revolver el pasado”, los que todavía tienen muertos en el ropero. Los que, como Bergoglio, cada vez más embarrados, se niegan a aceptar la responsabilidad y complicidad de instituciones civiles y religiosas en el golpe del ’76. Y el monopolio que no sabe qué más hacer para ocultar sus relaciones con los gobiernos de facto.
Y de este lado los que seguimos en las luchas por la memoria, la verdad y la justicia. Para que no quede ni un represor libre, ni un nieto apropiado. Ahí se evidencia la importancia del apoyo que esta gestión viene brindando a la lucha de Madres y Abuelas. Porque esto no es revancha: es vital para nuestro presente y nuestro futuro que los asesinos, torturadores y apropiadores estén en prisión. Y seguir sabiendo quién es quién en nuestra democracia, y quiénes se siguen llenando la boca hablando de libertad con las manos manchadas de sangre.
Por suerte de este lado, cada vez somos más los que tenemos los ojos bien abiertos. Los que estamos conversando y compartiendo distintas visiones. Los que estamos dispuestos a estrechar las manos de afines. Los que no vamos a permitir que el país vaya para atrás, porque nos queda mucho, muchísimo por delante. La Argentina se puso de pie. Nuestros países hermanos también. La libertad tiene un precio. Hay que pelearla, hay que ganarla. Pero el proceso está en marcha. Y no van a poder detenerlo. Fuerza, Cristina. Acá está el pueblo que te banca. No aflojemos, “Flaca”, que esto recién empieza.
Fidel Castro
Soplan otros vientos. Son tiempos de cambio. Hay nuevos relatos que circulan, se entretejen y se mezclan entre la gente. Otras miradas. Nuevas maneras. Más claridad. Con la muerte de Néstor algo cambió. Y va más allá de las intenciones de voto para 2011. Es algo que se percibe en el aire. El dolor impactó fuerte. La pérdida de un gran líder parece irreparable. Pero, a diferencia de lo que muchos pensaban, Néstor, y todo lo que representa, volvió a nacer. Con la potencia de un huracán: Néstor Vive, y no sólo en los afiches conmovedores que empapelaron las ciudades, o en las fotos elegidas para homenajearlo. Vive en cada uno de sus actos. En su obra. En su legado.
La calle se llenó de agradecimientos. La juventud dijo presente. Miles y miles de ciudadanos comunes sintieron la necesidad de manifestarse. De darle un último adiós. Muchos lloramos ese día y los que siguieron. Pero nada puede detener este proceso. Esta profunda sensación de que la Argentina está cambiada. Más madura. El prado se llenó de flores y, a partir de aquel 27 de octubre, nada volverá a ser igual. Las mentiras se desintegran. Las caretas se convierten en polvo. La verdad irrumpe desfachatada, tirando por la borda todos las construcciones mediáticas que nos intentan confundir. Porque la realidad es cocora; amaga con quedarse callada, pero es impredecible. Y de repente se hace visible, corpórea. ¿Dónde estaba toda esta gente para los medios despiadados? ¿En qué oscura zona los querían ocultar? ¿A quién le hablan cuando dicen que el pueblo no quiere este modelo de país?
Le desearon tanto la muerte tanto... y tantos. De todas las formas, de todos los colores. Irrespetuosos y ajenos a la metamorfosis que venimos percibiendo, desde la llegada de Néstor, y que hoy Cristina continúa profundizando. Ajenos a todo. Infames mentirosos. Embusteros. Nos quisieron contar otro cuento. Nos invadieron con pesimismo. Nunca imaginaron que un día llegaría un gobierno diferente. Que un día muchos, que nunca habíamos sentido ganas de ser parte, nos íbamos a involucrar. Pretendían que no pensáramos, que no cuestionáramos, que nos olvidemos. Para que los próximos que gobiernen lo hagan para ellos. Extrañan las políticas corruptas, donde los “nobles” empresarios evaden impuestos y compran leyes. Donde los patrones del campo se siguen llenando los bolsillos a costa de los peones, y los precios surrealistas que imponen en el mercado. Pero le pifiaron a la pelota, ¿no, muchachos? ¿Que pasó? No se la vieron venir. ¿Y ahora? ¿De qué se van a disfrazar? Por si no lo entendieron, lo repetimos: “Noticia de último momento. Somos muchos más los que estamos dispuestos a seguir este camino que Néstor supo alumbrar.”
Porque ahora muchos que eran bastante críticos de esta gestión pudieron ver más allá de las diferencias. Pudieron ver todos los logros y avances de los últimos siete años. Porque la movilización fue espontánea. Sin incidentes como hubieran querido. En paz. Por el simple hecho de mostrarle apoyo a la presidenta y al modelo de país que el gobierno impulsa.
Porque cada día la actualidad se encarga de mostrarnos el contraste entre esta forma de hacer política con el pueblo y para el pueblo, que desde 2003 propuso Néstor y Cristina sigue llevando adelante, en oposición a las formas que adoptan los representantes de intereses corporativos, los que nos oprimieron casi sin interrupción desde mediados de los ’70 con la dictadura y continuaron con el neoliberalismo de los ’90. Muchos de los personajes que hoy conforman la vergonzosa oposición. Muchos de los que hoy se sientan en sus bancas para entorpecer, como sea, el avance de políticas que estimulan el crecimiento de nuestra nación. Y adivinen por qué lo hacen. Sí, se ganaron un té canasta con Lilita Carrió, para tejer realidades siniestras. Lo hacen porque si las cosas marchan mejor, y la gente está contenta, a ellos no los vota ni su madre, y el sueño de volver a ser gobierno se diluye. Ahora varios del Grupo A se deben estar retorciendo. Porque ni con la ayuda del diario más vendido del país logran despegar. Se matan entre ellos. De afuera, se los ve tan graciosos. Como un grotesco subido de tono.
Por estos días, la atención mediática se centra en torno al presupuesto. No saben qué hacer porque se acerca 2011 y no pueden rescatar una sola figura. Y están haciendo lo imposible para condicionar la gestión del año que viene.
Mientras tanto, de este otro lado se vive el acercamiento, el encuentro, la reunión. Ahí estamos los miles que fuimos a la Plaza a despedir a Néstor: hombres y mujeres de distintas edades, creencias, orientaciones sexuales e ideas políticas. De distintos lugares de la Argentina y con banderas de países vecinos. Personas con largas historias de militancia y jóvenes contagiados de un nuevo fervor. Trabajadores de distintos rubros. Artistas e intelectuales con diferentes filosofías. Y también quienes no vinieron pero lo sintieron. Los que después se dieron cuenta de lo importante de la pérdida. Los que hoy charlan y piensan que, más allá de simpatías y personalidades, el país cambió mucho, y positivamente. Millones que de una u otra forma bancamos este modelo: algo que la oposición y los intereses concentrados no pueden aceptar.
Y ahí tenemos a De la Rúa sobreseído. Y los responsables políticos de las muertes de diciembre de 2001 siguen impunes. Así como continúan impunes los autores intelectuales de los asesinatos de Kostecki y Santillán. Porque en nuestra justicia quedan muchos resabios de las épocas de represión, y muchas figuras oscuras siguen vigentes. Son los que colaboran para que Macri desa-loje a familias pobres para facilitar negocios inmobiliarios. Y como no les alcanza con dejarlos en la calle los mandan a la cárcel, y el reclamo por el derecho a la vivienda se convierte en un crimen. Y ahí se vuelve evidente cómo las políticas de ajuste criminalizan las protestas. Y hasta qué punto es importante la decisión política de no reprimir los reclamos populares: por el contrario, atenderlos y buscarles solución.
Así tenemos de un lado a los que homenajean la muerte de Massera, los que reivindican la dictadura (como el diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca), los que siguen apañando a genocidas, los que insisten en “no revolver el pasado”, los que todavía tienen muertos en el ropero. Los que, como Bergoglio, cada vez más embarrados, se niegan a aceptar la responsabilidad y complicidad de instituciones civiles y religiosas en el golpe del ’76. Y el monopolio que no sabe qué más hacer para ocultar sus relaciones con los gobiernos de facto.
Y de este lado los que seguimos en las luchas por la memoria, la verdad y la justicia. Para que no quede ni un represor libre, ni un nieto apropiado. Ahí se evidencia la importancia del apoyo que esta gestión viene brindando a la lucha de Madres y Abuelas. Porque esto no es revancha: es vital para nuestro presente y nuestro futuro que los asesinos, torturadores y apropiadores estén en prisión. Y seguir sabiendo quién es quién en nuestra democracia, y quiénes se siguen llenando la boca hablando de libertad con las manos manchadas de sangre.
Por suerte de este lado, cada vez somos más los que tenemos los ojos bien abiertos. Los que estamos conversando y compartiendo distintas visiones. Los que estamos dispuestos a estrechar las manos de afines. Los que no vamos a permitir que el país vaya para atrás, porque nos queda mucho, muchísimo por delante. La Argentina se puso de pie. Nuestros países hermanos también. La libertad tiene un precio. Hay que pelearla, hay que ganarla. Pero el proceso está en marcha. Y no van a poder detenerlo. Fuerza, Cristina. Acá está el pueblo que te banca. No aflojemos, “Flaca”, que esto recién empieza.
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