sábado, 20 de noviembre de 2010

El fervor confesional de Cynthia Hotton



El fervor confesional de Cynthia Hotton

Publicado el 20 de Noviembre de 2010



En el corazón mismo de la Cámara Baja, junto a sus colegas Elsa Álvarez y Lilita Carrió, la diputada atravesó una cadena de acontecimientos que la marcarían para siempre.
 
Fue la semana más larga de su existencia. Y una durísima prueba que en su camino le puso el Señor. De ello, la diputada Cynthia Hotton no tiene ninguna duda. Es que en el corazón mismo de la Cámara Baja, junto a sus colegas Elsa Álvarez y Lilita Carrió, atravesó una cadena de acontecimientos –las presiones para torcer su voto con respecto al Presupuesto del año venidero, la valentía de su denuncia y la oscura maniobra tendiente a desplegar un manto de sospecha sobre su persona– que la marcarían para siempre. Ya se sabe que en el ámbito terrenal, la trascendencia de lo sucedido no la dejaría bien parada. Gajes de la fe.
Fue justamente el fervor confesional lo que arrojaría a esta mujer de 34 años al escarpado universo de la política, a modo de misión cristiana. Su propósito: purificar con el Verbo divino el fango ideológico de la condición humana, una encomiable tarea que ella alguna vez supo explicar con las siguientes palabras: “Los verdaderos cristianos debemos ser sal y luz para insertarnos en los sitios estratégicos de la política, con el objetivo de afectar a la sociedad mediante la transmisión de nuestros valores.” En su caso, los primeros signos públicos de semejante entrismo celestial se redujeron a un par de candidaturas fallidas en las listas de legisladores provinciales de Recrear, el espacio de Ricardo López Murphy, durante las elecciones de 2003 y 2005. Sin embargo, recién en marzo de 2007 los medios empezaron a fijarse en su rubia estampa; fue cuando tuvo la iniciativa de organizar en el Hotel Rochester unas jornadas celebratorias del Día de la Mujer. Sería un evento inolvidable: entre las representantes del sexo débil allí presentes, además de Gabriela Michetti y Margarita Stolbizer, estaba la prestigiosa periodista Malú Kikuchi y nada menos que Cecilia Pando. Poco después, Hotton brincaría hacia el PRO, bajo cuya bandera –en las elecciones del 28 de octubre de ese año– conseguiría su banca en el Congreso. Pero luego –debido a las vacilaciones de Mauricio Macri ante el matrimonio de personas del mismo género– se abroqueló en Valores para mi País, un monobloque de orientación ultraconservadora, cercano a Julio Cobos.
No obstante, el verdadero jefe político de la señora Hotton –y la vez, su guía espiritual– es el predicador electrónico Luis Palau, uno de los ejemplares más extravagantes del rígido movimiento evangelista pentecostal. Nacido hace 76 años en la localidad bonaerense de Ingeniero Maschwitz, emigró en 1961 a los Estados Unidos, donde se convertiría en un fanático seguidor del reverendo Billy Graham, hasta lograr peso propio, Su cosmovisión política no es un dato menor; en un entrevista publicada el 7 de octubre de 1977 en la revista Times, señaló que “la única ideología capaz de detener el marxismo en la región es la fe evangélica”. Por entonces ya era un gran colaborador del dictador boliviano Hugo Banzer y, en 1981, lo fue del golpista guatemalteco, general Efraín Ríos Montt, quien compartía sus inquietudes religiosas mientras hacía desaparecer unos 10 mil compatriotas; además, gozaba de libre acceso en la Casa Blanca cuando su pensionista era Ronald Reagan, privilegio que revalidó durante las presidencias de George Bush (padre) y George W. Bush. En la Argentina, si bien entre sus seguidores vinculados al mundo de la política se destaca, por caso, el jefe de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco, el contacto clave del pastor en el país no es otra que Hotton. De hecho, su gestión fue crucial para que, durante el 14 y 15 de marzo de 2008, Macri le cediera –a cambio de una muy suculenta compensación crematística– la Plaza de la República para su multitudinario festival.
Lo cierto es que, por otra parte, dicha relación política y religiosa explica de modo incontrastable el estilo de labor parlamentaria ejercitado por la diputada. Tanto es así que, en 2009, impulsó un proyecto sobre “libertad religiosa” que establecía penas de prisión de seis meses a dos años para quienes criticaran a curas y pastores, entre los cuales, por ejemplo, bien podrían encontrarse Julio Grassi o Christian von Wernich. No menos profusa es su lucha contra el aborto terapéutico ni su denodada resistencia a que se aprobara la despenalización del consumo de drogas. Pero si hubo una cruzada en la cual esa mujer se entregó por completo no fue otra que su puja por evitar la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. Y lo hizo junto a la macrista Paula Bertol y la senadora del Opus Dei, Liliana Negre de Alonso, con quien, bajo el elocuente lema “Queremos mamá y papá”, juntó firmas, participó en debates, acudió a programas de TV, organizó las llamadas “marchas naranja” y hasta intentó convocar un plebiscito, entusiasmada con la creencia de que en el interior del país impera un alto sentimiento homofóbico.
Ello, al parecer, no sería así ni siquiera en su propio hogar, ya que su esposo, el empresario Julio Ducdoc, quien dirige la cadena Rochester Hotels, incurrió en la herejía de anunciar en su blog corporativo a uno de sus establecimientos –el de Bariloche– como gay friendly. Y con el siguiente eslogan: “Un lugar de ensueño para que vos y tu compañero puedan disfrutar y relajarse, ¡no te vas a arrepentir!” En fin, para disgusto de la pobre Cynthia, nada más alejado del Plan de Dios.
Tampoco habría estado en los proyectos del Altísimo el estrepitoso fracaso de su sierva en el affaire de las presuntas presiones que motivaron su denuncia pública. Luego se ser archivada por falta de pruebas, ella ahora hasta genera un merecido sentimiento de cristiana conmiseración. “Sólo fue una víctima de la estrategia de Carrió”, diría la diputada del PRO, Laura Alegre.
Quizá renunciar a la política sea el próximo servicio de la diputada Hotton al Señor.

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