martes, 7 de febrero de 2012
El ADN del poder económico Por Eduardo Anguita
Es muy interesante ver que en el top ten de facturación está el Banco Nación, que resistió el pillaje de las privatizaciones y desde 2003 va orientando su cartera no sólo a productores rurales sino a pymes.
El ranking de las empresas que más facturan en la Argentina puede resultar un ejercicio de autoflagelación si se pierde la paciencia. También puede permitir comprender algunas de las medidas concretas que el gobierno está tomando en dirección a poner la lupa sobre las ganancias de las grandes compañías en orden a evitar la evasión –elusión de impuestos– así como a frenar el drenaje de divisas hacia sus casas matrices. No se trata sólo de mejorar la performance de la balanza comercial argentina sino de optimizar los recursos que el Estado tiene tanto a la hora de ejercer la recaudación tributaria como de evitar la fuga de divisas. También, y parece ser una de las claves de este año que comienza, para recuperar la gestión pública en la economía. Lo de la autoflagelación viene a cuento de que, entre las diez empresas que más facturan, tres fueron completamente del Estado y ahora son mayoritariamente de capitales extranjeros. Se trata de YPF, Telefónica y Telecom. Los datos están tomados de la revista Mercado y corresponden a 2010. Otra empresa de ese selecto ranking, Techint, es de origen privado, pero está en el tope de la facturación merced a haberse quedado con Somisa, que ahora es Siderar y es la empresa que mayor facturación aporta al grupo presidido por Paolo Rocca. En el caso de YPF y de Telecom, la participación argentina privada proviene de empresarios del mundo de las finanzas (Grupo Eskenazi y Grupo Werthein respectivamente). Y es muy interesante ver que en el top ten de facturación está el Banco Nación, que resistió el pillaje de las privatizaciones y desde 2003 va orientando su cartera no sólo a productores rurales sino a pymes. Es decir, con una orientación en la dirección contraria a la concentración económica propia de la casi totalidad de las grandes corporaciones. Si se amplía la nómina a las 12 empresas que más facturan, tres se dedican a la comercialización de oleaginosas y granos: Cargill, Bunge y Louis Dreyfus; las dos primeras tienen sus sedes en Estados Unidos y la tercera en Francia. Hay otra petrolera –la brasileña Petrobrás–, una de automóviles –la alemana Volkswagen– y dos de venta minorista –la francesa Carrefour y el grupo chileno Paulmann–. En vez de la autoflagelación es mejor un poco de análisis.
–Primero: fuerte presencia de empresas petroleras y del grupo Techint que tiene negocios propios en gas y petróleo pero además es el proveedor excluyente de caños para el sector energético. Un sector energético que con el aumento de la demanda del sector generó un agujero en la balanza comercial de 2011.
–Segundo: peso decisivo de las comercializadoras de granos multinacionales en un país como la Argentina que apuesta al plan estratégico agroalimentario como parte de su soberanía económica.
–Tercero: gran peso de las dos telefónicas que se quedaron con Entel con un modelo de duopolio pergeñado por el menemismo hace más de 20 años.
–Cuarto: concentración en manos extranjeras de la venta minorista en un país donde la cadena de comercialización deja altos márgenes de ganancia y es generadora de aumentos en el costo de vida.
OPORTUNIDADES. La recuperación económica argentina, que lleva casi diez años, no contó con crédito internacional. Tampoco la inversión externa directa fue un factor dinamizador. Hubo sí algunos ejemplos claros de cómo la deserción de operadores externos llevó al Estado a jugar un rol clave en la recuperación patrimonial y también en la gestión empresaria. El primero fue la creación de Aysa, para tomar las riendas de la falta de cumplimiento de las metas de Aguas Argentinas, con mayoría accionaria de empresas francesas. El cambio es impresionante en lo que respecta a la red cloacal y de agua potable en gran parte del Conurbano Bonaerense. Luego vinieron Aerolíneas Argentinas ante el desfalco del grupo español Marsans y lo más impactante es la recuperación de las AFJP y la misión que cumplen los recursos previsionales al servicio de políticas sociales.
La crisis de los países centrales afecta menos a la Argentina que a las naciones que están más involucradas en el voraz capitalismo financiero. A su vez, se consolidan mercados nuevos para los productos nacionales y, un dato importante, las autoridades de Comercio Exterior bregan para que la deficitaria balanza comercial con Brasil sufra algunas modificaciones a partir del diálogo con sus pares brasileños. Concretamente, que se les dé prioridad a productos elaborados en la Argentina. Y eso no es deslealtad comercial sino lograr que se le dé prioridad a la integración regional. Ahora bien, para sostener competitividad en las exportaciones, será preciso otorgar créditos, dar reintegros y otro tipo de estímulos. Para eso se necesitan recursos genuinos. Y los recursos pueden surgir, entre otras cosas, de escanear con toda seriedad las ventajas de las que todavía gozan varios grupos empresariales extranjeros. Para aumentar complejidad a estos desafíos, cabe consignar que la bonanza económica de estos años creó mejores condiciones para los asalariados, una de ellas es que se produjo una redistribución de ingresos a favor de los trabajadores. Sin embargo, en la pirámide de la facturación empresarial, creció la extranjerización y aumentó la concentración en pocas manos. Con una tendencia a que esas multinacionales diversifican cada vez más sus negocios. Donde ven oportunidades de ganancia, crean una división que se meta en el negocio. Cuentan para eso con los recursos financieros que les da su poderío fuera de la Argentina.
Un interesante artículo del sociólogo Diego Paredes, publicado por la Universidad Nacional de Santiago del Estero durante el verano de 2011, permite ver cómo los hombres de negocios muchas veces integran los directorios de varias de las grandes compañías. En efecto, “Directorios cruzados: un estudio sobre la cúpula empresarial en la Argentina actual” permite ver cómo se interconectan las grandes corporaciones. Paredes se tomó el trabajo de orfebrería de contar con la nómina de los 1257 directores pertenecientes a 93 empresas de gran facturación. De ese entrecruzamiento, determinó que 1110 directores se desempeñan en una sola compañía. Sin embargo, una élite de 147 directores integra directorios cruzados. Así, las tres cuartas partes de esas empresas están interconectadas por directores que hacen, podríamos decir, doble o triple jornada.
Para darle una lógica al esfuerzo laboral de esos directores, Paredes señala que hay dos líneas o hipótesis de trabajo. La “dependencia de recursos” que aceita los acuerdos entre grandes compañías ante negocios que se presenten y que denomina “estructura de oportunidad”. Es decir, los ejecutivos en cuestión tienen la ventaja comparativa de moverse como pez en el agua en el reservadísimo mundo de los grandes negocios y pueden contribuir a que los buenos negocios queden en poquísimas manos. La segunda hipótesis es la del “control financiero”, que surge de la vinculación entre los bancos y las empresas industriales y de servicios. Es muy importante lo que subraya Paredes: “Estas interconexiones económicas y sociales son estrategias que sirven a varios propósitos, entre ellos la reproducción del poder económico y de la estructura de clases.”
EL ROL DEL ESTADO. En estos últimos días tomaron estado público algunas de las líneas que el Estado tiene para poner la lupa sobre las multinacionales. Puede retirarle subsidios, como acaba de suceder con las petroleras (Refino Plus y Petróleo Plus) ante el incumplimiento de las metas de inversión en exploración y explotación; puede presentarse a Defensa de la Competencia, como pasó por la cartelización del precio del gasoil; puede escudriñar las maniobras de triangulación y de ventas “intracompañía” para detectar algunas de las formas tradicionales de las cerealeras de burlar al fisco, como lo hace cada tanto la AFIP; puede unificar criterios para controlar más las importaciones, como lo está haciendo la Secretaría de Comercio a cargo de Guillermo Moreno, para que las empresas entiendan y se adapten a que no es lo mismo traer del exterior equipos que no se fabrican en la Argentina que autos sofisticados o muebles de lujo. Existen diversos ámbitos del Ejecutivo que tienen competencias como para aumentar los controles sobre los grandes operadores privados. Y también, el debate público puede ayudar a poner sobre la lupa el comportamiento de muchos jueces donde se tramitan asuntos relativos a irregularidades o presuntos delitos cometidos por grandes compañías. Tanto del fuero comercial, como del penal tributario o administrativo. No deben dejarse de lado las históricas relaciones entre los estudios de abogados de las multinacionales y funcionarios de la justicia. Por último, en pocas semanas, un renovado parlamento nacional iniciará sus sesiones ordinarias. 2012 parece un buen año para avanzar en estos asuntos.
Además de las oportunidades políticas, hay una necesidad de la estructura económica cada vez más acuciante. Entre los especialistas en medir la concentración puede haber diferencias, pero un estudio recientemente publicado de Shorr, Manzanelli y Aspiazu (Concentración y extranjerización, Capital Intelectual), señala que en 1993 la facturación de las 200 empresas más grandes representaba el 16,4% del PBI mientras que en 2001 trepaba al 22,8% y en 2010 saltaba al 27,1%.
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