domingo, 19 de diciembre de 2010

Recuerdo de la muerte, Por Miguel Russo

Recuerdo de la muerte,
Por 
 Miguel Russo

Duhalde eligió la trágica fecha del 20 de diciembre para lanzar su candidatura presidencial
La tarjeta, enviada vía mail y reproducida en la página www.eduardoduhalde.org es, como mínimo, de mal gusto, si no fuera que la fecha a la que remite significó y sigue significando una de las más tristes de la historia inmediata:
“Estimado Compañero/a: Invitamos a Ud. al acto de lanzamiento de la candidatura presidencial del Dr. Eduardo Duhalde, que se llevará a cabo el próximo lunes 20 de diciembre a las 15 hs. en Costa Salguero, Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Y firma “Peronismo Federal”.
La fecha elegida para este nuevo capítulo de la saga Duhalde, como corresponde a toda saga que se precie de tal, busca recalcar la importancia del momento del desastre (19/20 de diciembre de 2001) para hacer cobrar importancia a un hecho que, de por sí, es mínimo (el regreso de Eduardo Duhalde a la lucha por esa presidencia que poco tiempo atrás había desechado por completo). El 20 de diciembre remite, de manera invariable, a las 39 muertes ocurridas en 2001 por cuenta de las fuerzas de la represión del Estado comandado hasta ese día por Fernando de la Rúa. Elegir justamente esa fecha para el lanzamiento de una candidatura presidencial suena a clara provocación, a bravuconada poco feliz y, lisa y llanamente, a disparate propagandístico. A menos que, como se sospecha, la candidatura esté dirigida a aquellos que ven en esas trágicas jornadas, otra cosa.
Desde Miradas al Sur se intentó hablar con Duhalde. La solicitud de entrevista se realizó al instante de recibir la invitación mencionada. Pero la aceptación o no del pedido, jamás llegó. Eso sí, a vuelta de correo electrónico, bajo el coqueto título “Gracias por contactarnos”, un mail decía, más impersonalmente, “Hemos recibido correctamente su mensaje, le responderemos a la brevedad”.
Quizás el candidato no haya tenido tiempo. Lo tuvo, sí, para afirmar, desde Concepción del Uruguay a mediados de noviembre, que volvería a Entre Ríos ya como presidente, para asistir a la asunción de su apadrinado Jorge Busti como gobernador. La dupla, por entonces, comulgaba con el mismo principio: “Nos dijeron que teníamos que pedir perdón. Pero perdón solamente le pedimos a Dios”. Tuvo tiempo, también, para avivar la pelea en la que se encuentra inmerso desde 2003: “No estamos enfrentando a compañeros del Partido Justicialista. Aquí es el peronismo, que nosotros representamos, o el kirchnerismo, que es una malformación del PJ”.
Duhalde tuvo tiempo cuando se debatía el presupuesto nacional 2011. Y dijo que “en la Argentina hay un lenguaje bélico, a matar o morir, que nunca termina bien. La idea de pelea y muerte, de la que estamos hartos los argentinos, lleva indefectiblemente a hechos de violencia. Por eso espero que el Gobierno cambie”, al mismo tiempo que aplaudía sonriente la demostración democrática de Graciela Caamaño hacia Carlos Kunkel.
En su proverbial manera de administrar el tiempo, el hombre que –como si se tratara de un trabalenguas– había dicho que decía adiós a los cargos políticos, presentó como proyecto económico un simple reproche a Amado Boudou: “Lo que tenemos que poner en marcha en este país es el trabajo. La esencia del peronismo es trabajar al lado de los trabajadores, de la gente que menos tiene. ¿De dónde salió este ministro de Economía? ¿Dónde aprendió economía? Le comunico que los que más sufren por la inflación son los pobres y no los que más tienen. Además, le aclaro que la mortalidad infantil sigue creciendo en la Argentina. Es inconcebible que un ministro se burle así del pueblo”.
Y tuvo tiempo para, luego de las demostraciones realizadas por la juventud durante el velatorio de Néstor Kirchner, lo que significó para muchos el regreso a escena de un amplio sector de la sociedad que gobiernos anteriores (entre los cuales se incluye el del hombre de Lomas de Zamora) había decepcionado, llamar a la juventud a “tomar la bandera del progreso y luchar por sus derechos, pero no con palos y con sus rostros tapados”.
Duhalde parece hacer honor a la consigna que dice que para el liberalismo, extirpar la memoria histórica significa dejar la Historia más contemporánea sin culpables, sin causas. Así, adopta como símbolo del periodismo a defender aquel titular clarinetiano de “La crisis se cobró otras dos muertes” cuando caían bajo las balas policiales de la administración Duhalde los jóvenes militantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Y no duda en afirmar que “repito lo mismo que hace ocho años: tenemos que trabajar y pacificar el país, sin un solo tiro”. Es cierto, Kosteki y Santillán murieron el 26 de julio de 2002, hace poco menos de ocho años y medio, pero en ese momento Duhalde también era el presidente argentino. Y Avellaneda quedaba, igual que ahora, dentro de la Argentina.
La cuestión es que Duhalde vuelve. Como él mismo lo proclama “para unir a los argentinos y para desarrollar un proyecto estratégico productivo, para poner en marcha a todos los sectores de la producción”.
Y en la vuelta, trae polémicas quizás más profundas que la elección de la fecha 20 de diciembre. Por ejemplo, la que generó al denunciar que “las tomas de los predios fue gente cercana al Gobierno Nacional. El Gobierno intentó hacerle una zancadilla a Macri y después no supo cómo controlarlo. Está pasando lo mismo que con el asesinato de Mariano Ferreyra, me echan la culpa a mí, cuando el que lideraba las tomas es un ultrakirchnerista”. Olvida, Duhalde, o prefiere ignorar, que los muertos y heridos durante los sucesos de Villa Soldati estaban adentro del parque Indoamericano. Es decir, tomándolo. Y que la violencia, las balas precisamente, vinieron de afuera, de quienes eran contrarios a la toma.
¿Otra?: La decisión de filosofar y afirmar que “el orden no es de derecha ni de izquierda. El orden no tiene ideología: la ideología está en el sistema (…). El orden consiste en evitar que, por ausencia del Estado y sus instituciones, la sociedad intente resolver las situaciones de conflicto por mano propia. Por lo tanto, corresponde al Estado neutralizar, con el uso responsable de la fuerza pública, la acción de grupos o sectores, que montándose sobre necesidades reales de los más humildes intentan lucrar con la anarquía y el desorden”. Más allá del desconocimiento de la diferencia entre el orden según Hitler y el orden según Gandhi, la frase de Duhalde remite, de manera trágicamente familiar, a aquella orden de aniquilar a la subversión que firmara Carlos Ruckauf durante el gobierno de Isabel Martínez.
La cuestión es que vuelve Duhalde. Vuelve el 20 de diciembre de 2010, a exactos nueve años del peor momento argentino desde la vuelta a la democracia. Un momento que no es, justamente, para celebrar.

 

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