La equidad distributiva es la mejor desde el último gobierno de Perón
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A partir de 2003 se inició un cambio en el patrón distributivo que revirtió el proceso de concentración de la riqueza que comenzó a partir del golpe militar de 1976. Pese a todo aún y queda mucho camino por recorrer para reducir la desigualdad.
Por primera vez desde la recuperación de la democracia, la economía argentina logró revertir la tendencia histórica a la concentración en la distribución del ingreso inaugurada con la dictadura militar de 1976, encaminándose hacia los niveles existentes previos al golpe militar que le arrebató el poder al peronismo.
De acuerdo a datos oficiales, el 10% de las familias de menores recursos recibieron en el tercer trimestre de 2010 ingresos que son, en promedio, casi 17 veces menores a los del 10% de los hogares más ricos.
Esa misma brecha era de 12 veces en el año 1975, y tras la hecatombe que sobrevino a la salida de la Convertibilidad alcanzó su pico máximo de desigualdad: 32 veces.
Aunque los expertos reconocen que todavía persisten niveles altos de desigualdad en la distribución de la riqueza que genera el país, desde el tercer trimestre de 2003 se inauguró un ciclo económico que permitió un cambio de patrón en el comportamiento de los indicadores sociales ligados a la equidad distributiva.
El Coeficiente de Gini es un indicador económico homogéneo utilizado en todo el mundo para medir la desigualdad de ingresos existentes entre las distintas capas sociales. Este indicador tiene una escala que va de cero a uno, en donde cero se corresponde al grado máximo de igualdad (todos perciben el mismo nivel de ingresos) y uno equivale a la perfecta desigualdad (una persona acapara todos los ingresos y los demás ninguno).
Tomando como referencia los ingresos monetarios totales de los hogares de la ciudad de Buenos Aires y 24 partidos del Gran Buenos Aires para un período que va desde 1974 hasta la actualidad, la estimación muestra que para el segundo trimestre de 2010 el coeficiente se ubica en 0,394, es decir, el nivel que más se acerca a 1974, cuando bajo el breve tercer período de gobierno peronista, el indicador alcanzaba a 0,357.
Entre un extremo y otro de la línea de tiempo, el indicador osciló entre el estancamiento y la aceleración de la desigualdad.
En efecto, hacia octubre de 1982 ya era notorio el deterioro en materia social producido por la política económica de los militares, lo que llevó a que el coeficiente de Gini se ubique en 0,418.
Pese a la recuperación de la democracia bajo el gobierno de Alfonsín, la inflación y el peso creciente de la deuda externa llevaron a un empeoramiento en los niveles de la desigualdad: 0,450 en octubre de 1989.
Sin embargo, va a ser tras la salida de la Convertibilidad que inauguró el menemismo y continuó el gobierno de la Alianza cuando se alcance el mayor grado de desigualdad entre los habitantes locales (0,476).
La Argentina fue, tradicionalmente, uno de las naciones latinoamericanos con mejores indicadores sociales, donde la pobreza y la desigualdad eran relativamente bajas en comparación con otros países de la región.
Sin embargo, el modelo económico impuesto por la dictadura militar inauguró un camino de deterioro social constante, que luego se fue profundizando durante los gobiernos democráticos que continuaron políticas en el campo económico de características similares.
Tal como lo indica un reciente documento de trabajo elaborado por el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS), a cargo de los investigadores Walter Escudero y Sergio Petralia, “en los últimos 30 años la Argentina experimentó drásticos cambios en su distribución del ingreso, donde predominó mayormente un largo período de aumento de la inequidad y la pobreza, con un escenario de recuperación luego de 2003”.
En este sentido, la investigación indica que en las últimas tres décadas, y coincidiendo con las crisis, la clase media perdió su predominio social y empezó a crecer la pobreza.
De acuerdo a datos oficiales, el 10% de las familias de menores recursos recibieron en el tercer trimestre de 2010 ingresos que son, en promedio, casi 17 veces menores a los del 10% de los hogares más ricos.
Esa misma brecha era de 12 veces en el año 1975, y tras la hecatombe que sobrevino a la salida de la Convertibilidad alcanzó su pico máximo de desigualdad: 32 veces.
Aunque los expertos reconocen que todavía persisten niveles altos de desigualdad en la distribución de la riqueza que genera el país, desde el tercer trimestre de 2003 se inauguró un ciclo económico que permitió un cambio de patrón en el comportamiento de los indicadores sociales ligados a la equidad distributiva.
El Coeficiente de Gini es un indicador económico homogéneo utilizado en todo el mundo para medir la desigualdad de ingresos existentes entre las distintas capas sociales. Este indicador tiene una escala que va de cero a uno, en donde cero se corresponde al grado máximo de igualdad (todos perciben el mismo nivel de ingresos) y uno equivale a la perfecta desigualdad (una persona acapara todos los ingresos y los demás ninguno).
Tomando como referencia los ingresos monetarios totales de los hogares de la ciudad de Buenos Aires y 24 partidos del Gran Buenos Aires para un período que va desde 1974 hasta la actualidad, la estimación muestra que para el segundo trimestre de 2010 el coeficiente se ubica en 0,394, es decir, el nivel que más se acerca a 1974, cuando bajo el breve tercer período de gobierno peronista, el indicador alcanzaba a 0,357.
Entre un extremo y otro de la línea de tiempo, el indicador osciló entre el estancamiento y la aceleración de la desigualdad.
En efecto, hacia octubre de 1982 ya era notorio el deterioro en materia social producido por la política económica de los militares, lo que llevó a que el coeficiente de Gini se ubique en 0,418.
Pese a la recuperación de la democracia bajo el gobierno de Alfonsín, la inflación y el peso creciente de la deuda externa llevaron a un empeoramiento en los niveles de la desigualdad: 0,450 en octubre de 1989.
Sin embargo, va a ser tras la salida de la Convertibilidad que inauguró el menemismo y continuó el gobierno de la Alianza cuando se alcance el mayor grado de desigualdad entre los habitantes locales (0,476).
La Argentina fue, tradicionalmente, uno de las naciones latinoamericanos con mejores indicadores sociales, donde la pobreza y la desigualdad eran relativamente bajas en comparación con otros países de la región.
Sin embargo, el modelo económico impuesto por la dictadura militar inauguró un camino de deterioro social constante, que luego se fue profundizando durante los gobiernos democráticos que continuaron políticas en el campo económico de características similares.
Tal como lo indica un reciente documento de trabajo elaborado por el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS), a cargo de los investigadores Walter Escudero y Sergio Petralia, “en los últimos 30 años la Argentina experimentó drásticos cambios en su distribución del ingreso, donde predominó mayormente un largo período de aumento de la inequidad y la pobreza, con un escenario de recuperación luego de 2003”.
En este sentido, la investigación indica que en las últimas tres décadas, y coincidiendo con las crisis, la clase media perdió su predominio social y empezó a crecer la pobreza.
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