miércoles, 26 de enero de 2011

Lockout y amenazas, en el retorno de la Mesa de Enlace

Los patrones de la oposición


Tan cerca, tan lejos. La Mesa de Enlace mostró fisuras en el último año.
Por razones más ideológicas que económicas, decretaron un paro que apunta a desgastar al Gobierno y a aglutinar a los líderes anti K. La bronca de pequeños y medianos productores.
Por Franco Mizrahi


El lunes 17 de enero se levantó el telón. Apenas corría la tercera semana del 2011, año electoral, cuando la Mesa de Enlace salió a escena. El argumento de la obra se anunció en la tapa de los diarios y en los canales de televisión: la ofensiva política de las cuatro patronales agropecuarias –Sociedad Rural, Federación Agraria, Confederaciones Rurales Argentinas y Coninagro– contra el Gobierno nacional. No era vieja la noticia. Como desde el 2008, la historia se repetía. O, al menos, eso intentaron sus protagonistas, Hugo Biolcati (SRA), Eduardo Buzzi (FAA), Mario Llambías (CRA) y Horacio Garetto (Coninagro), que buscaron con amenazas y un nuevo lockout desgastar la gestión K, presionando para lograr la liberalización total del comercio del trigo. En el camino, otros actores se subieron al escenario para no perderse los flashes, referentes de una oposición desarticulada que, con declaraciones mediáticas, salieron a apoyar la medida. Ir detrás de los patrones del campo, consideran, puede ayudar a mejorar una imagen que, hasta el momento, les resulta esquiva en las encuestas.

No miden, sin embargo, que el escenario no es el mismo que tiempo atrás, cuando la batalla por las retenciones móviles encumbró en una noche fugaz a un vice opositor, hoy precandidato presidencial, que se desinfló con el tiempo. Demasiada agua corrió debajo del puente. Y otra gran cantidad cayó del cielo, en forma de lluvia, contribuyendo a engrosar una cosecha de trigo excepcional que supera los 14 millones de toneladas en el período 2010–2011. 

Antes de que comience la función, vale una advertencia al lector: esta obra promete no tener la misma repercusión que su primera edición. No hay multitudes de clase media y alta que apoyen la protesta, no hay cortes de ruta por doquier y hasta las propias bases de las entidades parecen dudar al momento de festejar la medida. 

“Es una medida simbólica de impacto político”, describió al lockout uno de los protagonistas, Hugo Biolcati. Y no es para menos. La realidad no deja lugar a otro tipo de lectura. Esta medida fue una forma de relanzamiento político de la mesa agropecuaria que se había diluido en peleas internas en el último año, al ritmo de cifras récord para el sector. 



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