En
virtud de la nota del caradura complice de la dictadura de Pablo Sirvén publicado
el 30 de Diciembre de 2012: "Ley de Medios El
medio es el mensaje
Por la política la radio levanta temperatura Por Pablo Sirvén | LA NACION
Si la ley de medios, per se, no ha
logrado modificar de manera significativa el mapa de los medios audiovisuales,
no se puede decir lo mismo de los avances oficialistas sobre la radiofonía . En realidad, el kirchnerismo
perfeccionó lo que el primer peronismo hizo en la materia de manera más
ostensible. En septiembre de 1947 le llegó al despacho de Miguel Miranda,
titular del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), una nota
reservada de Correos y Telecomunicaciones que destacaba la conveniencia de
comprar la totalidad de las radios privadas "por elementales razones de
defensa nacional y concepción espiritual".
Hoy, el Estado es más "sutil": son sus empresarios
amigos (Cristóbal López, Grupo Vila-Manzano, Szpolski/Garfunkel, Raúl Moneta,
etc.) los que repentinamente se empezaron a interesar en el negocio radial ,
cuya rentabilidad real, por cierto, es bastante acotada y que condena al
déficit crónico a aquellas ondas que no figuran entre las más sintonizadas. De
todos modos, como hoy en día la pauta de publicidad oficial está más atada a
amiguismos y lealtades, pasando a un segundo plano que no cuenten con oyentes
genuinos en cantidad, algunas estaciones de llegadas insignificantes logran
inesperados beneficios. Así, Radio Del Plata, cuya exigua audiencia la condena
a un deslucido sexto puesto en el ranking de radios sintonizadas, suele recibir
por encima de veinte veces más dinero que Radio Mitre (Grupo Clarín), que es la
segunda, entre las más escuchadas.
En los años fundacionales del
peronismo, se presionó a los dueños a la venta compulsiva de sus radios al
Estado, aunque con la posibilidad para los más dóciles y conversos que se quedasen
como directores/funcionarios. En 1949, el entonces diputado radical Moisés
Lebensohn reveló que eran concedidas en su uso "a sociedades anónimas,
tras las cuales se esconden jerarcas del régimen para obtener grandes ganancias
y para controlar ese elemento vital para la información y juicio del
pueblo". El caso más paradigmático fue el de Jaime Yankelevich, pope de la
popular LR3 Radio Belgrano, antiguo patrón de Eva Duarte, en sus tiempos de
actriz, y respaldado por ella, cuando ya era poderosa primera dama, para que se
ocupase de fundar la televisión argentina.
Más allá de los interminables efectos colaterales del 7-D y de la
intensa y permanente prédica descalificatoria que hace el Gobierno del
periodismo desde el conflicto con el campo, los gustos del público no se han
modificado sustancialmente. Las preferencias se mantienen estables como desde
hace años en dúos perfectamente identificables que se quedan con el grueso de
sus respectivos mercados: Telefé y El Trece (televisión), Radio 10 y Mitre (radio
AM) y Clarín y LA NACION (diarios). En TV abierta el oficialismo ha colonizado
Canal 9, América y Telefé, pero es en radio donde ha hecho el trabajo más fino (o
grueso, según se vea). De las 550 emisoras formales e informales que se
sintonizan en Capital Federal y Gran Buenos Aires alrededor de un 80% tiene
algún grado de dependencia del oficialismo.
Consciente de su ineficacia al concebir medios propios, el
Gobierno viene ensayando otros más exitosos abordajes en distintas modalidades:
acuerda con Telefé para que la información luzca pasteurizada en su pantalla,
reemplaza el oficialismo light de Daniel Hadad por el más rotundo
de Cristóbal López (que ya se llevó puesto a Marcelo Longobardi ) en Radio 10, mima al efusivo Víctor
Hugo Morales en Continental y por la vía contenciosa intenta quedarse con buena
parte de los medios audiovisuales del Grupo Clarín.
La sucesión de conductores en la
primera mañana de Radio Del Plata desde que pasó a manos de Electroingeniería
pinta la traumática relación entre medios y política a lo largo del tiempo:
primero fue echado de buenas a primeras Nelson Castro; lo reemplazó Liliana
López Foresi (recordada por sus sugerentes silencios en el noticiero de la
medianoche de Canal 13 cuando, en los 90, se sintió amordazada por la excelente
relación entre el entonces presidente Carlos Menem y el Grupo Clarín). El año
pasado ocupó ese lugar Cristina Pérez (que había abandonado el informativo de trasnoche
de Telefé cuando Cristina Kirchner se sintió molesta por el tono político de
algunas de sus notas), pero desde que Claudio Villarruel (ex chico sushi, ex
brazo derecho de Marcelo Tinelli y ex programador de Telefé) tomó a su cargo el
férreo control editorial de la emisora, se le hizo cada vez más difícil
expresarse con libertad frente al micrófono (le sugerían de qué hablar y a
quién entrevistar, le impusieron un columnista que la desafiaba en el aire, le
filtraban los llamados de los oyentes y hasta fue sometida a presiones
psicológicas y personales graves). Los K intentan demostrar que la no
renovación de contratos en Mitre a Marcelo Zlotogwiazda y Ernesto Tenembaum
también sería una censura, tesis que se cae a pedazos porque ambos siguen en
TN, que pertenece al Grupo Clarín.
En paralelo se siguen produciendo
importantes movimientos en cascada que están dando vuelta la grilla radial.
Pases y reacomodamientos anticipan una temporada que elevará su temperatura al
ritmo de la política."
Aca te decimos que rol tuvo este caradura en la
dictadura:
Pablo Sirven, el
guardián de la ética de los periodistas, trabajó en el diario Convicción, de
Emilio Massera, durante la última dictadura. El diario fue "una de las
apuestas simultáneas o paralelas del poder militar".
El
tema lo puso en el tapete Víctor Hugo Morales: "Debo reconocer a Sirven
que no es converso, que es coherente. Lo mismo que pone ahora lo escribía en la
revista de Massera. Sirven es el mismo, no es converso. No lo puedo insultar como él hace
conmigo”. El locutor decía esto en radio en respuesta a un calificativo
(converso) que Pablo Sirvén había utilizado hacia su persona en un artículo del
diario La Nación, donde analizaba el reparto de pauta oficial a los medios.Y parece ser así, Sirven debe saber bien de lo habla porque durante la dictadura tuvo su paso por el diario paraoficial Convicción, pergeñado por el almirante Emilio Massera, uno de los personajes más nefastos de la historia argentina, recientemente fallecido. Pablo Sirven, que hoy bate el parche de la ética periodística, pasó por esa redacción en 1982, el año de la guerra de Malvinas, acción bélica que ocupó páginas y páginas del matutino que en aquella época llegó a tirar 20 mil ejemplares diarios y hasta 40 mil en tiempos de la guerra.
Dice Daniel Muchnik -que trabajó en Convicción durante todo 1980- en una artículo publicado en diciembre de 2010 en Perfíl: "La relación de Convicción con la Marina y el proyecto político de Emilio Massera era un “secreto” a voces conocido por todos los periodistas de aquel enorme depósito en la calle Hornos al 200, en el barrio de Barracas, donde se lo redactaba, imprimía y despachaba".
Un artículo publicado por Gabriel Lerman en Página/12, sobre el libro El diario de Massera, de Marcelo Borrelli, explica en pocas líneas: "La historia del diario Convicción, con ese nombre tan elocuente y cínico a la vez, es una de las historias de la dictadura militar cuyo repaso devuelve una dimensión oscura, temible, que amplifica y descoloca frente a la posibilidad de discernir los atajos, las derivas, las apuestas simultáneas o paralelas del poder militar".
fuentes: http://www.diarioregistrado.com/Sociedad/46113-ayer-soldado-de-massera-hoy-soldado-de-la-naci-n.html
http://www.lanacion.com.ar/1541607-por-la-politica-la-radio-levanta-temperatura
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