ESTO LO PUBLICO HOY PARA DECIR NO SOLO GRACIAS NESTOR QUERIDO, ES PORQUE QUIERO VER A ESTOS COMPLICES CIVILES DE LA DICTADURA PRESOS!!!
El 2 de septiembre de 2003 el Poder Ejecutivo promulgó la ley 25.779 que declaró la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punt
o Final, que impedían que los responsables de delitos de lesa humanidad fueran juzgados.
Sabíamos que así sería. Sabíamos que la exposición inmensa de marzo, por la marcha del 24 y la carrera de Miguel, en el único mes que La Poderosa hace estallar su trabajo comunitario para emerger de las villas a las calles asfaltadas de la ciudad, en un grito de memoria y justicia, los haría preocupar, los haría temblar y los haría saltar, a ustedes, los paladines de la incomunicación, defensores a sueldo de los más perversos violadores, escupidores profesionales de toda libertad, escudos humanos de las grandes corporaciones terroristas, al servicio siempre de la mentira y el poder. Ahí están los cómplices de la dictadura y sus renovados granaderos asalariados. Ahí están los Viale, los Gelblung, los Proietto, los Araujo, los Grondona del Ejército, los Grondona de la AFA, los Noble, los Vigil, los Mirtha, los Lagos, los Portal, los Magnetto, los Macri y tantos civiles más, atrincherados en las ratoneras de sus quesos dorados, tan bien defendidas por los Majul, los Magdalena, los Abraham y muchos otros autoproclamados defensores de la paz social, que inventan “chicos llevados a escupir” y “terribles ataques a la prensa”, para no rendir cuentas acerca de la participación activa que tuvieron tantos hombres y mujeres sin uniforme en el exterminio de una generación, como la tienen hoy en la enfática custodia de los mismos intereses económicos.
Tras el recorte intencionado de La Nación, Clarín y Perfil, que tomaron la foto de uno o dos chicos escupiendo, para inventar que La Poderosa los había “llevado”, y no sus padres, a una marcha donde miles y miles exigieron el juicio y castigo a los activistas del genocidio, Majul, Magdalena y Abraham, que no estaban entre los señalados en los afiches, le ofrecieron un espacio de su “periodismo” a nuestra organización, un espacio que jamás le habían dedicado, ni por los viajes al mar que lograron con su propio esfuerzo nuestros pibes de la villa, ni por los cientos de espacios de educación popular que proponemos en distintos rincones de América Latina, ni por las miles de veces que salimos a exigir nuestros derechos, ni por el desempleo y la estigmatización que regaron los medios sobre nuestras villas, ni por este modo increíble de financiarnos genuinamente, sin venderle el culo a ningún sello partidario, ni comercial, ni personalista. Nada de todo eso les había interesado. No: se interesaron, casualmente, en la misma línea de sus patrones, cuando les vieron temblar los pelos del orto a sus amigos cómplices, o peor aún, cuando vieron temblar la impunidad que pesa sobre todos los que han cometido delitos amparados por la carpa del circo mediático.
No les interesa discutir los argumentos del escrache. ¿Los leyeron? ¿Y esta página, la habrán leído? Escriben y hablan frente a los medios con la misma seriedad que investigan, para pintarrajearnos de un color partidario o de un color satánico, dándole crédito a las manipuladas fotografías que hoy les muestran los mismos que ayer les mostraban “total normalidad”, desde las tapas que anunciaban 500 niños apropiados, 15 mil presos políticos, 300 mil exiliados, 40 millones de deuda externa y 30 mil compañeros detenidos desaparecidos. Hoy, estos embajadores de la voz sin conciencia, ni espíritu crítico, representan la muestra gratis de la droga que distribuyen todavía los medios hegemónicos para sostener una sociedad alienada, incapaz de escupir su verdad. Son la máxima expresión de la baratija política que se oferta en televisión. Y son la más triste jerarquía del periodismo al servicio de un sistema macabro que, con mentiras y falsa moralina, sigue auspiciando el olvido y el perdón.
Autoproclamados abogados meritorios en una causa que desconocen por completo, se subieron a pegarle a una organización de base, desde esa parafernalia circense que les ofrece a cambio este protagonismo al que son adictos. Sobre sus redes de falacias, se arrojan al arte de la opinología pedorra, aunque no tengan ni la más puta idea de qué carajo están hablando y aunque, en realidad, se estén oponiendo a una estrategia política que ignoran en su totalidad o que, simplemente, no logran entender. ¿Cuánto saben de La Poderosa, ustedes, que compraron el buzón de los grandes medios y salieron ciegamente en defensa de quienes se hicieron los ciegos en los 70?
Por si acaso, mejor no mirar. ¿Sabría el filósofo Tomás Abraham, que un par de editores usarían su texto “sobre alguna cosa”, como aderezo de un título ficticio y una foto descontextualizada, que expone a pibes desconocidos para él y desconocidos para nosotros, en esa escena recortada que Perfil presenta como una actividad pensada para niños? ¿Sabrá que mentir tanto incita precisamente a ese odio que dice despreciar? ¿Sabrá algo más que despreciar? ¿Para qué le habrán servido tantas horas de reflexión, si necesita invocar a una escritora estadounidense para opinar que la opinología se ha convertido en la máxima aspiración comunicacional? ¿Para qué le habrán servido todos esos libros que leyó? ¿Para ser otro esclavo de Fontevecchia, en la altruista misión de darle entidad a un episodio irreal, que justifica un panorama irreal, con un morbo absolutamente real, que su impronta seriota y academicista asevera aborrecer?
Indignado por la musicalización de los informes que exhibían las miserias de las inundaciones como parte de un show, alguna vez Abraham levantó su voz como invitado de TVR, para oponerse al cotillón mediático. Y hoy, subyugado a las huestes de los maquiavélicos que decía abominar, le presta su nombre y su firma al diario de un farsante, para exhibir una foto gigante, que además de vender una moral de plastilina, miente burdamente, en una estrategia de satanización que le apunta a un partido político, como supuesto mentor de tal escena fellinesca. Como sin advertirlo, las páginas escupidas por el filósofo subestiman nuestro pensamiento y nuestros barrios, produciendo justamente el resentimiento y la confrontación que su texto en teoría condena. Y quizá, ahí radique nuestra principal diferencia. “En teoría”, Abraham; usted vive “en teoría”. Y para nosotros, militantes de la filosofía de la praxis, eso lo convierte en un ser fantasmal.
Aún quienes no hemos egresado de ninguna universidad, hemos aprendido en La Poderosa que más vale luchar equivocados, que luchar asalariados. ¿Y entonces sabe qué, Don Abraham? Nosotros sólo sabemos que usted no sabe nada. Tantos años de pensamiento ilustrado, en algún bar de Palermo, le han impedido mantener contacto con nuestros barrios y nuestro barro, hasta esta desconsoladora postal contable de su debe y su haber: está al día con la filosofía barata, pero olvidó los zapatos de goma. Así, desde la meseta lúgubre que imponen la desesperanza y la claudicación, usted prefiere intuir que somos una agrupación sostenida ilícitamente por un Gobierno, en vez de entusiasmarse con la idea de haberse topado con un movimiento financiado por asambleas villeras y estigmatizado por los grandes medios que, usted sabe, no son grandes, ni medios.
Usted prefiere creer que esta vez, por primera vez, Fontevecchia no miente, en vez de creer que esta vez, como todas las demás veces, Fontevecchia recorta en función de sus intereses económicos y políticos; esos que quizá lo incluyan a usted, pero con seguridad, a nosotros no. ¿De verdad la filosofía lo ha convencido de tener una entidad moral superior a la de miles y miles de personas que coparon esa marcha? ¿Qué le hace suponer que esa multitudinaria movilización no hubiera repelido “la utilización de pibes para escupir”? ¿En serio usted cree haberse convertido en un sujeto mucho mejor que la propia sociedad que lo ha constituido? ¿Será posible que tantos años de encierro, en tantos cafés carísimos, le hayan quitado la posibilidad de soñar que exista un movimiento de seres pensantes, organizados para construir dignidad y conciencia? ¿No le resulta más creíble que “niños llevados a escupir”, miles y miles de adultos manifestándose con sus hijos, a favor de la memoria, de una y mil formas? ¿Nos cree que ni una sola persona, en toda la tarde, manifestó un malestar por el reclamo de castigo para los civiles que apoyaron el Golpe? ¿No considera que, en tal caso, aquel padre que haya decidido escupir a un cómplice de la dictadura, o permitir que su hijo lo hiciera, puede haber sido incitado al odio durante 35 años, por las apariciones indignantes de estos cretinos en la televisión? ¿Más que una escupida, no incita al odio usted, con esa columna que justifica una foto gigante de un niño, ampliada y repetida como si fueran miles, en una empresa infantil que nadie emprendió? ¿No le parece infinitamente más “imbécil” su obediencia debida a un medio tan macabro, sin siquiera chequear la información, ni los títulos o las fotos que rodearon su intrascendente artículo? ¿Tanto filosofar no le ha resultado suficiente como para sorprenderse del horror que generan un par de escupitajos en las mentes de quienes no se horrorizaron por los fusilamientos, los vuelos de la muerte y las picanas en los testículos mojados? Cada día del año, mientras su prestigioso cerebro se encierra a pensar entre paredes y cuadros, nosotros nos pelamos el orto para que nuestras villas vivan mejor, resistiendo y pidiendo justicia, contra el inmenso poder de los medios masivos, encarnizado tantas veces por reconocidos intelectuales como usted.
Nosotros podemos equivocarnos o no. De no haber sido esta vez, pronto nos equivocaremos, con seguridad. Y no hace falta que lo digan: sabemos que ellos, los grandes medios de desinformación estarán allí. Podemos caerles bien o podemos caerles mal. Podemos coincidir o podemos disentir. Pero no los vamos a trampear, porque la historia nos ha permitido aprender qué mal se siente. Por eso, forzados consumidores del periodismo prostituido, les golpeamos la puerta desde los medios alternativos, para que nos conozcan y para que poco a poco nos crean, porque no fuimos nosotros quienes acompañamos un golpe de Estado, ni quienes percibimos un salario para hacerlos comer mierda. La Poderosa, para tranquilidad de Majul, no responde a nadie más que a las asambleas villeras que la constituyen, vecinos articulados desde el anonimato para evitar cooptaciones comerciales, personalistas o partidarias, pero también para evitar que los dueños del poder económico nos sigan sometiendo al gatillo fácil de su poder mediático.
Sabíamos que así sería, algún día. Sabíamos que, desacostumbrados a manifestaciones populares incentivadas por genuinos objetivos, se verían perturbados en su esquemática lectura, los robots de la vorágine informativa. Y sabíamos también que entonces nos presentarían como mierda oficialista, o como mierda trotskista, o como mierda villera, o como mierda comunista. Sabíamos que recortarían algún enfoque para satanizarnos. Sabíamos que se quejarían de nuestro anonimato, porque mucho más necesitan una imagen que una idea. Y sabíamos también que entonces elegirían no difundir la tremenda manifestación de La Poderosa, en la Carrera de Miguel, en reclamo de las ambulancias que Macri le quitó a las villas, del mismo modo que sólo elegirían ver “escupidas”, entre los miles de argumentos que pusimos de manifiesto en la marcha del 24, para exigir el enjuiciamiento a los civiles cómplices.
Ni Clarín, ni La Nación, ni ninguno de los escrachados utilizó su espacio de difusión para justificar o rectificar su vínculo con los represores. Ninguno pudo ni supo ni quiso exponer una rectificación de tales acusaciones, simplemente porque no existen. Mejor hablar de “organizaciones financiadas por el Gobierno” y de “jóvenes que incitan al odio”, como si no se hubiera tratado en realidad de una foto tomada a un par de pibes que, acompañados por sus padres, eligieron escupir el odio fecundado por estos cararrotas, insólitamente alertados por un salivazo, después de haber aplaudido un golpazo.
Y entre medio de todo eso, asoma la cabeza Magdalena Ruiz Guiñazú… ¡Magdalena, tardísimo! ¡Nos fallaste, amiga! A nosotros, que te defendimos… Ausente en el escrache de La Poderosa, a pesar de haber estado presente en el juicio de las Madres de Plaza de Mayo, la periodista fue sumada a la lista de cómplices en la “rigurosa” investigación del diario La Nación. Y apresurada entonces por desvincularse, saltó en su radio a pedirle a los chicos que “no escupan para odiar como dice La Poderosa”, como si no fuera La Poderosa ese canal por el que los propios pibes han aprendido a jugar al fútbol sin árbitro y han descubierto el poder que tienen para ser partícipes de sus propios sueños, que seguro no eran los sueños de Martínez de Hoz, querida Magda. Somos muchos los que damos la vida por nuestros pibes, desde el trabajo comunitario, con la mierda de las cloacas tapadas llegando al tobillo y con la chapa crujiendo de lluvia, mientras vos pontificás desde el aire acondicionado que tanto te ha condicionado.
Y entre medio de todo eso, asoman los rulos Luis Majul que, pobrecito, se pregunta a quién representa La Poderosa, porque el reduccionismo político devenido de su casi simpático reduccionismo analítico no le permite vislumbrar siquiera que exista un movimiento de base, independiente y organizado por la participación activa de cientos de vecinos, en distintas asambleas, que no sólo son autónomas para elegir a quién aplauden o a quién escupen, sino también para financiar su propia revista de periodismo independiente. Pero independiente de verdad, como antinomia de esa pantomima que plantea Luisito, en la cornisa de lo bizarro y lo chimentoso. Tanta politiquería fantasma, en su vidriera de cartón, le ha moldeado la cabeza a punto tal de privarlo de la libertad necesaria para acceder a la utopía de que pueda existir un movimiento popular, capaz de enfrentarse al poder económico de sus patrones, sin el padrinazgo del poder político, que hace varios años lo usa de marioneta. Dentro de tan vago análisis, en su columna publicada por El Cronista, Majul reivindica los viejos escraches que realizaban nuestros compañeros de H.I.J.O.S., ante los genocidas que permanecían felices en sus casas. Pero cuestiona el escrache hoy, a los que civiles cómplices, “porque no tienen cuentas pendientes con la Justicia”… Justamente para eso, Luisito, existen los escraches.
Y entre medio de todo eso, asoma la última neurona agonizante de Mauro Viale… Sí, sigue estando en televisión. Desde el 24 de marzo, le ha dedicado unos cuantos minutos a La Poderosa, minutos que hubieran sido importantes cuando realizamos la manifestación en la puerta de América TV, para que su amigo Facundo Pastor atendiera a los vecinos de Zavaleta que se habían quedado sin trabajo, por las imágenes ficticias de sus aberrantes informes. Aquella vez, Facu no respondió, y Maurito tampoco. Pero ahora, parece, por fin le importamos, casi tanto como la impunidad que necesita para seguir paseándose por la televisión. Activo combatiente de la campaña “Anti-Argentina”, que desde su óptica protagonizaban los exiliados de la dictadura y los familiares de los detenidos desaparecidos en el exterior, Viale intenta ahora exiliarse del debate sobre la complicidad de los civiles. Y entonces insiste con extorsionar a la presidenta, o a Madres de Plaza de Mayo, o a La Cámpora, o a cualquier expresión del kirchnerismo a la que pueda demonizar, para no tener que dar cuenta de una serie de acusaciones impartidas desde el corazón de un movimiento apartidario. “Así, restarán votos”, amenaza Mauro. Y no tiene éxito, porque se topa con una organización apartada de la lógica electoralista. Y entonces, mientras él espera estrambóticamente una respuesta de la presidenta, nosotros seguimos acá, esperando una respuesta suya, acerca de sus afirmaciones en la revista “Argentina ante el Mundo”, donde se jactaba de enfrentar “las mentiras de las organizaciones subversivas y los ingenuos de siempre”. ¿Esta reacción infantil, irrespetuosa e histérica, insultando al oficialismo, es la defensa de Mauro Viale? ¿Ese será su modo de justificar por qué celebraba las buenas nuevas del Mundial 78, a favor de la dictadura? Para su desgracia, tras esa década del 90 que lo vio brillar con Adriana Aguirre y Samantha Farjat, nació un movimiento político guevarista e independiente, ajeno a sus arenas televisivas y liberado de su extorsivo poder mediático, que ahora lucha por el juicio y castigo a los cómplices de la dictadura, mientras él patalea por algún canal de cable. Sería indignante, si no fuera gracioso. Y sería gracioso, si no fuera cómplice de la más sangrienta dictadura militar.
Amigos de la prensa y titiriteros de pensamientos prensados, si el adoctrinamiento de sus cerebros o el condicionamiento de sus salarios les impide entender la propuesta de una lógica política que se corre de las únicas dos opciones que conciben y de las disputas electoralistas, lo sentimos, de corazón. Y mucho más sentimos que sigan aceptando el papel de amebas y paramecios en esa compra-venta de información envasada al vacío, que tanto contamina la verdad. ¿No huelen a podrido?
Sigan recortando, mintiendo, comprando y vendiendo. Que nosotros, seguimos luchando. Ojalá estén a tiempo de advertirlo sus lectores, sus oyentes y sus televidentes, falopeados como todos nosotros por esa sobredosis de ideas embalsamadas y miradas sesgadas, que nos necesitan idiotas frente al televisor. Y para no aburrirlos, porque sabemos que no les gusta leer, salvo a Tomás Abraham, que está al pedo en algún bar, queríamos pedirles permiso para una última pregunta, a todos estos mediáticos que nos estuvieron maltratando por hacer un llamamiento a la memoria y la justicia, eludiendo el cuestionamiento de fondo a los civiles que participaron del genocidio. Sólo una duda, para esclarecer a nuestras mentes precarias, que apenas nos permiten incitar al odio: ¿Por qué ninguno de ustedes se acercó personalmente el 24 de marzo, para charlar cara a cara sobre los argumentos y las consignas planteadas? Ojo: alguna mente maliciosa podría pensar que ni siquiera estuvieron ahí.
http://lapoderosa.org.ar/?p=8548
No hay comentarios:
Publicar un comentario