Fue el colofón de una semana trágica que comenzó con la muerte, a manos de pistoleros fascistas, del estudiante Arturo Ruiz. Latente la legalización del Partido Comunista de España (PCE), los grupos de extrema derecha que se oponían a lo que adivinaban inevitable entraron en una época de hiperactividad.
Hoy se cumplen 35 años desde el brutal atentado terrorista contra unos abogados laboralistas y un trabajador de Comisiones Obreras, en 1977, a manos de un comando de ultraderecha, y hoy como ayer, pasan cosas contradictorias. Su historia ya quedó plasmada en este monográfico en tres partes. Por resumir, tras el éxito de la huelga del transporte privado, tres pistoleros de ultra-derecha, de la Alianza Apostólica Anticomunista (la Triple A, o AAA), irrumpieron en el despacho de los abogados laboralistas que habían llevado el caso de los huelguistas, buscando al líder sindicalista Joaquín Navarro, que no se encontraba allí; los terroristas dispararon a bocajarro contra los indefensos abogados y el empleado, aunque no mataron a todos: fue la culminación de unas jornadas de violencia inédita, cuyo antecedente más directo fue el secuestro de Villaescusa y de Oriol por GRAPO (posible grupo de ultraderecha disfrazado de revolucionario de extrema-izquierda), con los asesinatos, durante manifestaciones por la amnistía, de Arturo Ruiz, a manos de los Guerrilleros de Cristo Rey, y de María Luz Nájera, a manos de las fuerzas antidisturbios de la policía armada. La noche del 24 de enero se produjeron incidentes similares, sin heridos, en varias centrales de los sindicatos, y mucha gente, temiendo una “noche de los cristales rotos”, no durmió en sus propias casas. Pero las cosas habían cambiado algo, gracias al gobierno de Suárez, y la policía detiene a varios militantes de Fuerza Nueva y de los grupos paramilitares, junto a personalidades de la ultra-derecha como el repugnante filo-nazi Blas Piñar, Girón de Velasco (antiguo jefe de los sindicatos verticales) o Mariano Covisa, fundador de Cristo Rey. Pero incluso las sentencias condenatorias fueron suaves, y muchos de ellos se fugaron o salieron antes de tiempo.
Se dan hoy varias circunstancias que sacan a la luz que han quedado muchas cosas pendientes. En primer lugar, justo hoy, comienza el juicio contra Baltasar Garzón, acusado por el pseudo-sindicato Manos Limpias –fundado por gente de Fuerza Nueva, de Piñar-, por iniciar la investigación de los crímenes del franquismo; esto días de atrás, el que ocupara varios cargos durante la dictadura y fundara el partido del franquismo sociológico, Manuel Fraga, recibe honores de Estado mientras los medios de comunicación callan cuidadosamente su responsabilidad en varios asesinatos oficiales. Incluso en esto tuvo su parte de culpa, pues fue ministro de la Gobernación durante 1975 y 1976, año en el que se recrudece la actividad de los grupos paramilitares de ultra-derecha, muchos de ellos, no sólo al servicio, sino también miembros, del sindicato vertical y de la policía política, la brigada político-social: pongo Montejurra por caso y los atentados del Batallón Vasco-Español en el País Vasco, tanto español como francés. Y mientras rendimos honores al tío más listo del búnker, al más trepa de la vieja guardia, a éstos, que sin querer dieron su vida por la dignidad de la clase obrera y de las libertades democráticas en este país, cuya muerte impulso realmente el proceso democrático con la escalofriante muestra de civismo y responsabilidad de la ciudadanía y de los militantes y simpatizantes del PCE durante su funeral –“Madrid: capital del dolor y la gloria”, era el titular de un periódico- no hablará ni uno de los descendientes del pomposamente llamado “padre de la democracia”… Porque hay muchos de ellos que tienen por donde callar. Y sobre Garzón, hago mía las palabras del presidente de la fundación Human Rights Watch, Reed Brody, "es la primera vez que se procesa a un juez por defender los derechos humanos; la primera vez en la UE que un juez es sometido al derecho penal por defender derechos humanos y perseguir crímenes internacionales" (Diario de Mallorca), y aseveraba que, si era declarado culpable, eso diría nada bueno sobre la justicia española. Pero mientras el mundo contempla con el corazón en un puño el juicio contra Garzón, paréceme a mí que el funeral del ex-ministro no ha sido seguido por la prensa internacional más allá de una breve reseña, y quizás diciendo lo que aquí la prensa oficial calla. Si, como colofón de todo esto, Garzón es declarado culpable, se habrá demostrado la clase de hienas que gobiernan este país hermoso.
Pero mi recuerdo es para quien vale la pena, para quien realmente luchó a pesar de todos los peligros, y para el que trabaja la tierra. A ellos les dedico esta canción de Labordeta, de su disco Que no amanece por nada (1978), del cual, algunas frases tienen una escandalosa realidad.
¡Gloria a los muertos del mundo del Trabajo!
Compañeros
Compañero, compañero,
hasta aquí ya hemos llegado,
atrás dejamos la noche
con la violencia y el miedo.
hasta aquí ya hemos llegado,
atrás dejamos la noche
con la violencia y el miedo.
Dejamos en los caminos
compañeros que no han vuelto,
que no han podido seguir
contra este brutal esfuerzo.
compañeros que no han vuelto,
que no han podido seguir
contra este brutal esfuerzo.
Qué larga ha sido la noche,
y el alba que tanto tarda:
salid al camino hermanos
que no amanece por nada,
y el alba que tanto tarda:
salid al camino hermanos
que no amanece por nada,
y en nombre de los caídos,
de los que nunca llegaron,
hagamos de su esperanza
tiempos de hombres renovados.
de los que nunca llegaron,
hagamos de su esperanza
tiempos de hombres renovados.
Vamos ahora, compañeros,
a defender lo alcanzado
y a seguir hacia delante,
la lucha no ha terminado.
a defender lo alcanzado
y a seguir hacia delante,
la lucha no ha terminado.
Defendamos os salarios,
los panizos y los ríos,
la igualdad entre los hombres,
las montañas y los trigos.
los panizos y los ríos,
la igualdad entre los hombres,
las montañas y los trigos.
Qué larga ha sido la noche,
y el alba que tanto tarda:
Salid al camino, hermanos,
que no amanece por nada.
y el alba que tanto tarda:
Salid al camino, hermanos,
que no amanece por nada.
José Antonio Labordeta
Luis J. Benavides (asesinado); Alejandro Ruiz (herido); Enrique Valdelvira (asesinado); Javier Sauquillo (asesinado); Luis Ramos (herido); Mª Dolores García (herida); Serafín Holgado (asesinado); Miguel Sarabia (herido); Ángel Rodríguez (asesinado)
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